Mi hijo no sabe jugar solo

La casa está llena de juguetes, tu hijo se encuentra sentado sobre su cálida y colorida manta y tú estás lista para realizar las tareas de la casa. Sin embargo, el llamado tan temido no se hace esperar:

“¡Mamá! ¿Vienes a jugar conmigo?”

Una vez más lo confirmas: tu hijo no sabe jugar solo. ¿Hay algo que puedas hacer? Sí, mucho.

¿Qué es el juego en solitario?

El juego en solitario es una actividad necesaria y beneficiosa que los niños llevan a cabo a partir de los dos años de edad. Al no necesitar de los adultos de forma constante, el juego en solitario es fundamental para su correcto desarrollo y maduración cognitiva. Sin embargo, no siempre ocurre que los niños sienten que pueden jugar solos, y esto puede significar un gran inconveniente para los padres.

¿Qué beneficios trae el juego en solitario?

Permite el error sin temor a ser juzgados
Activa la capacidad de decisión
Da lugar a la experimentación
Estimula la creatividad
Despierta y desarrolla el juego simbólico

¿Es lo mismo jugar solo que estar solo?

No. Esta es una confusión muy común en la que los adultos caemos sin darnos cuenta: jugar solo no significa tener que permanecer solo en su habitación. Si creemos que nuestro hijo no sabe jugar solo porque reclama estar junto a nosotros mientras juega de forma independiente, debemos recordar que el niño necesita de nuestra presencia. Es decir, puede jugar solo, pero contando con la seguridad y la contención que nuestra presencia les otorga

¿Qué hacer para que mi hijo juegue solo?

Si tu hijo no ha desarrollado la destreza del juego en solitario, hay varias acciones que puedes realizar para ayudarlo:

Tiempos razonables: jugar en solitario es beneficioso para su desarrollo si se trata del tiempo justo, ya que si ese tiempo se excede y con ello le privas de tu atención y participación en su mundo emocional, ya no será tan bueno. Hay que buscar un equilibrio entre el juego individual y el que disfruta con otras personas ya sean padres, abuelos, hermanos o amigos.

Incorporar el juego a las actividades cotidianas: hay algo que es independiente del juego en solitario y es que tu hijo necesita de tu compañía y de tu atención. Si observas que esa necesidad aparece de forma contundente cuando debería estar jugando solo, entonces es hora de aplicar la estrategia del juego en las actividades cotidianas. Por ejemplo, mientras van al cole, pueden jugar al “veo veo” o cantar.

Presencia intermitente en el juego: es posible que tu hijo no juegue solo porque no sepa qué hacer al enfrentarse a los juguetes. Esto tiene una solución muy sencilla: jugar a su lado, pero en nuestro propio juego. Por ejemplo, si queremos que nuestro niño monte un puzzle, le podemos dar el suyo, al mismo tiempo que tenemos el nuestro, el cual armaremos mientras lo motivamos a que arme el suyo.

Establecer una zona de juegos: acondicionar una zona de juegos en la casa es de vital importancia para que nuestro hijo identifique que, una vez allí, lo que queda por hacer es darle rienda suelta a su creatividad. Osea, nada de llenar cada rincón de la casa con juguetes suyos.

Con Amor,
María José Patino