Los aprendizajes técnicos son los que nos permiten llevar a cabo una profesión u oficio al llegar a la edad adulta. En cambio, los aprendizajes emocionales son fundamentales y los que nos abren la puerta hacia la felicidad y el pleno desarrollo como ser humano.
Una de las principales diferencias entre ambos aprendizajes es que los centros educativos son los encargados de que tu hijo adquiera los aprendizajes técnicos, y que tu como madre o padre en el ámbito del hogar, sois los encargados de llevar a cabo el contexto del desarrollo de los aprendizajes emocionales.
Así como ocurre con el área cognitiva, la esfera emocional también tiene etapas madurativas. Esto nos lleva a tener que ser muy conscientes con aquello que les enseñamos a nuestros pequeños, puesto que cada aprendizaje debe ocurrir dentro de la edad idónea para que el niño lo pueda comprender e incorporar de manera correcta.
Hoy exploraremos los cinco aprendizajes emocionales que todo niño debería interiorizar antes de cumplir los cuatro años, según método Emotraining.
1. Reconocimiento de las emociones básicas: Para mí esta es la base fundamental para ser una persona con una vida sana emocionalmente. Y por desgracia no es muy común encontrarse con personas con un óptimo reconocimiento emocional. Los primeros años de vida son fundamentales para conectar al niño con lo que siente y de esa manera lograr una asociación positiva.
2. Iniciarse en la Tolerancia a la frustración: La etapa de las rabietas y cómo la acompañes marcará el pistoletazo de salida en este aprendizaje. A lo largo de los primeros años es muy común que el niño no obtenga lo que quiere en cada momento, es más, es muy importante que así sea.
Cuando no logramos lo que esperábamos, cuando hay un choque entre nuestras expectativas y la realidad, sentimos frustración, una emoción desagradable que genera malestar. La tolerancia a la frustración es la habilidad para minimizar el malestar que genera la no consecución de nuestros deseos. Para manejarlo, para que no nos bloquee.
Es una forma de garantizar la estabilidad emocional frente a situaciones en las que las cosas no salen como queríamos.
Tolerar la frustración no significa resignarse y abandonar, y no hacer nada para “pelear” por lo que queremos. No, lo que hace es que afrontemos la frustración de un modo adaptativo, sano.
Se llega a ella por la combinación de dos factores: la maduración (los bebés y los niños más pequeños no tienen las capacidades necesarias para desarrollarla aún) y el aprendizaje (junto con la práctica). De ahí la importancia de ofrecerles a los peques un modelo y unos recursos que les ayuden en este aprendizaje.
3. Yo soy importante (autoestima): Nos acordamos de la autoestima cuando ya nuestro hijo se encuentra en la adolescencia y empieza a expresar su disconformidad consigo mismo. Es importante saber que la autoestima se crea desde el primer día de vida, y es desde ahí que debemos ocuparnos.
Como le hablamos a nuestro hijo y qué mensajes le lanzamos, crearán la imagen que él tiene de él mismo.
La autoestima comienza cuando los niños son bebés. Se desarrolla lentamente a lo largo del tiempo. Puede comenzar simplemente porque el niño se siente seguro, amado y aceptado. Puede comenzar cuando un bebé recibe atención positiva y cuidado amoroso.
A medida que los bebés crecen y se convierten en niños, son capaces de hacer algunas cosas sin ayuda. Cuando pueden usar sus nuevas habilidades, se sienten bien con ellos mismos
4. El mundo es un lugar seguro:
Para poder desarrollarme, necesito sentir que lo hago dentro de un mundo seguro. Que me va a proveer de lo que necesito, y que voy a estar protegido y cuidado.
Si no es así, si me siento en un lugar hostil, las consecuencias negativas no tardarán en llegar.
5. Tengo derecho a sentir y ser respetado: El ser humano es un ser emocional, las emociones forman parte de nosotros y no nos podemos separar de ellas. Las emociones, todas ellas, cumplen una función de adaptación y supervivencia, por lo tanto, no podemos negarlas o rechazarlas.
En este último punto recuerda, válida siempre la emoción y limita la conducta disfuncional.
Con Amor,
María José Patino