Las peleas entre hermanos son de lo más común debido a los celos y rivalidad que existe entre ellos. Para fomentar una buena relación entre ellos, como padres, debemos ponernos metas realistas, y no pretender que las peleas desaparezcan por completo, ya que no será posible ni saludable. En esas peleas hay aprendizajes valiosos para ambos.
Otro error muy común que solemos cometer, al intentar llevar a cabo nuestro rol de la mejor forma posible, es establecernos el objetivo de que no sientan celos, algo que es totalmente imposible. En cambio, sí hay mucho por hacer para que nuestros hijos tengan una buena relación de hermanos, y de ello estaremos hablando a continuación.
Cómo lograrlo:
Enseñarle a gestionar sus emociones: intentar eliminar los celos y la rivalidad entre hermanos es querer tapar el sol con un dedo. No solo no lograremos que esto ocurra, sino que solo lograremos que repriman sus emociones, algo que realmente no queremos que ocurra.
Por otra parte, resulta positivo que nuestros hijos muestren todo lo que sienten, nuestro rol no es reprimir ese impulso, sino enseñarles a gestionar sus emociones. Para ello, una vez que les hayas enseñado a nombrar sus emociones para así conocerse mejor a sí mismo y saber qué siente y por qué lo siente, será el momento de enseñarles que no pueden expresar sus emociones de manera disfuncional donde se hagan o hagan daño.
Reprime tu primera reacción: en nuestro rol de sentir que debemos proteger al hermano más pequeño, podríamos incurrir en un grave error: prejuzgar. Cuando uno de tus hijos se encuentre llorando y pataleando, acusando a su hermano mayor de haberle hecho daño, detente, respira hondo y pregunta qué acaba de suceder.
Sino te paras puedes empezar a cargar al hermano mayor de responsabilidades y repetir la típica frase de:
“Es que tu hermano es pequeño, y tu eres el mayor”
Haciendo a este último culpable de cualquier situación, por no demostrar su “madurez” y cederle el juguete o lo que toque en ese momento como motivo de la pelea.
Revisa si haces esto, porque sería tremendamente injusto y, por supuesto, perjudicial para la relación entre hermanos.
Entiende que tus hijos son como son, no como tú quieres: todos los padres tenemos una idea muy clara de cómo queremos que sean nuestros hijos. Nos hemos forjado ese concepto desde el momento mismo en que supimos que venían en camino. Está muy bien soñar, pero no puedes pretender que tus hijos sean como tú quieres. Imagínate que uno de ellos es el calco de lo que habías concebido en tus sueños, mientras que el otro es todo lo contrario.
Si le hicieras saber lo que sientes al que no cumple con tus expectativas, al tiempo que al que es como tú quieres, lo llenas de halagos…¿Puedes imaginarte el resultado?
Evita las etiquetas y las comparaciones, y practica la tolerancia. Deja que cada uno de tus hijos te sorprenda con cualidades que ni siquiera habías deseado para ellos y acepta aquellas que no son de tu agrado.
Dales autonomía: la mayoría de los conflictos entre hermanos pueden ser resueltos en el ámbito en el que surgieron: “Entre los hermanos”
Si les das autonomía, les estarás demostrando que confías en ellos y en su responsabilidad para encontrar la solución a los problemas en los que se han metido.
Fomentar una buena relación entre hermanos es todo un arte que depende de poder encontrar el equilibrio entre intervenir en el momento justo y dejarlos resolver sus asuntos por sus propios medios. Una buena educación y amarlos a ambos por igual, serán los ingredientes más sólidos de esta receta infalible.
Con Amor,
María José Patino