El apego tiene dos caras muy distintas. Una de ellas es la dependencia emocional hacia personas u objetos materiales, la cual no nos deja avanzar en la vida hacia lo nuevo y, por ende, nos mantiene estancados en el pasado.
La otra, totalmente opuesta, es el apego sano, el cual es necesario para que nuestros hijos tengan una infancia feliz y sana, y para que se encamine hacia una vida adulta coherente, equilibrada y armoniosa.
¿Qué es el apego sano?
El apego sano es un vínculo duradero entre el niño y sus padres, el cual es necesario para que el pequeño transite su infancia con contención y de forma segura. Un niño que crece con serenidad y equilibrio, se convierte en un adulto empático, asertivo, afectuoso y comprometido con su entorno.
Para desarrollar un vínculo de apego sano, como padres debemos ser sensibles, empáticos y estar siempre atentos a sus necesidades. El niño tiene que sentirse escuchado y apoyado en todo momento. De esta forma, podrá sentirse libre de experimentar todas las emociones que le surjan y manifestarlas con soltura.
¿Cuáles son las tres señales de que existe un apego sano?
1. El niño se muestra cercano con sus padres: hay deseos de compartir cosas juntos, de contarle sus historias, de jugar y de mantener un contacto físico cercano. Los abrazos, los mimos y los besos se vuelven una necesidad cubierta y disfrutada por ambos.
2. Se siente más seguro para experimentar y explorar cuando sus padres están cerca: la cercanía del adulto hacia el cual siente apego es el soporte que necesita para dejar que su curiosidad lo lleve más allá de su zona de confort. En presencia de sus padres, el niño se muestra más osado y le pierde miedo a las cosas que en general se lo producen.
3. El niño se esfuerza en llamar la atención de sus padres: las frases ,“¡Mira lo que puedo hacer!” “¡Mírame, mira mamá, mira papá!” “¡Mira qué bien me sale esto!” Se convierten en sonidos cotidianos. Esto se debe a que el pequeño adquiere confianza en sí mismo y se siente orgulloso de los logros que va conquistando. Gracias a su apego hacia ti, no podrá esperar a compartir sus éxitos con quien tanta confianza le genera.
¿El apego sano solo puede ser hacia los padres?
No, para nada. El niño tiene la capacidad de desarrollar apego sano hasta con cinco personas y entre ellas pueden o no estar los padres. Lo más habitual es que este apego se genere con personas con las que convive. Sin embargo, hay casos en los que vive con ambos padres y solo genera apego hacia uno, mientras que en otras no lo genera con ninguno de los padres, sino con sus abuelos o con los tíos. Pero siempre tiene que haber una que prime sobre las otras en cuanto a disponibilidad, accesibilidad y tiempo.
El apego sano depende en gran medida de nuestra actitud con los niños. Por lo tanto, no basta con ser su madre para que este vínculo surja de forma espontánea, sino que se trata del resultado de un conjunto de acciones y de la certeza demostrable de que nuestros sentimientos están enfocados al bienestar del niño.
Recuerda siempre que para establecer un apego sano, lo más importante es atender a los niños sintonizando con sus necesidades emocionales y físicas. Además, de que se construirá dentro del amor y unos límites claros, mantenidos en el tiempo.
Con Amor,
María José Patino