Palabras que limitan a tu hijo

Cuando hablamos con otros padres es inevitable no mencionar algo respecto a nuestros hijos, sobre las divertidas anécdotas, e inimaginables ocurrencias que pueden tener a esa edad y también las travesuras que comenten. Entre frase y frase salen las pequeñas cosas que cambiaríamos en ellos “Siempre está dejando su ropa por el suelo, es muy desordenado” “Es muy impaciente, no soporta ir al súper conmigo”, “no hace los deberes a tiempo “.

La crianza puede tener muchas situaciones que resultan frustrantes tanto para los padres como para los niños, dejando así de resultar satisfactoria. Y muchas veces nos apresuramos a etiquetar al niño por un comportamiento, “malo en matemáticas”, “inteligente pero poco trabajador” o “muy revoltoso” Esto puede resultar muy perjudicial para su posterior desarrollo y tener innumerables consecuencias. ¿Por qué?

Cuando etiquetamos a los niños, los reducimos a una palabra o dos. No hay forma de que estas simples palabras puedan comenzar a resumir la totalidad de quiénes son los niños y de lo que son capaces. Las etiquetas se quedarán cortas siempre. Muchas veces no nos damos cuenta que estamos lastimando a otra persona con nuestras palabras, mucho menos a nuestros hijos. El problema son las repercusiones que traerá en el desarrollo de su autoconcepto y por ende su autoestima, ya que todo lo que les digamos los padres sobre ellos lo tomarán por válido sin planteárselo y una vez “etiquetados” comenzarán a actuar con mayor frecuencia en esa línea. Quizás a la que etiquetan como “tímida como su madre” no se esforzará en hacer amigos o el “revoltoso” lo seguirá siendo cada vez más.

Las etiquetas a menudo resaltan las características negativas de un niño y no las positivas. El enfoque se convierte en el único problema con el que el niño lucha y no en la gran cantidad de cosas que el niño puede hacer con éxito. ¿Por qué? Las etiquetas determinan los objetivos. Nuestra meta se convierte en «arreglar» el problema en lugar de disfrutar de la singularidad del niño, como si tuviese “algo estropeado” y lo tuviésemos que reparar, sin darnos cuenta de lo que como padres estamos teniendo que ver en la posible conducta disfuncional del pequeño, ya que siempre que ocurre algo así hay una necesidad del niño que no está cubierta y esa es responsabilidad de los progenitores.

Limitan al niño para crecer y cambiar. Un niño que ha sido etiquetado como «el payaso de la clase» o «el atleta» a menudo va directo a la edad adulta con la misma etiqueta, incluso si hace mucho que abandonó los comportamientos que llevaron a la etiqueta. Es como si plantamos a una gran palmera en una maceta pequeña, siempre la limitaremos en su forma y crecimiento, de manera que nunca podrá llegar a ser aquello para lo que estaba destinada.

El etiquetado a menudo se convierte en nuestro enfoque, en lugar de una comprensión del problema. Si un niño tiene algunas necesidades especiales, podemos ser tan rápidos en etiquetarlo que no podemos obtener otra información importante que podría ser útil. Esto viene dado por la necesidad que tiene la mente de ordenar y encuadrar las cosas que no comprendemos, por esto etiquetamos, parece que así lo vamos a entender mejor, pero no, además de ser un error para el niño y para nosotros, dejamos de buscar las causas y los motivos de esta conducta disfuncional, dejando así de buscar posibles soluciones; por lo tanto no es este el camino.

Las etiquetas pueden estar basadas en información errónea, una muestra tomada en un mal momento o por parte de alguien con una opinión sesgada. En la escuela un niño puede tener calificaciones que lo evalúen como un niño brillante o no brillante a nivel académico. Sin embargo, la prueba no toma en cuenta aspectos como la motivación, la determinación, la capacidad artística, los intereses de un niño y muchos otros factores que pueden influir en el logro individual de un niño, en su inteligencia emocional. Esto puede hacer que un niño con una capacidades artísticas o deportivas excepcionales sea tachado de “no sirve” o “mal estudiante” por no gustarle las matemáticas o la lengua.

El paradigma educativo que hemos tenido hasta ahora media mediante el mismo rasero a personas con cualidades totalmente diferentes, como si quisiéramos medir la capacidad de un mono por cómo nada o de un pez por cómo trepa a los árboles; con estos ejemplos se ve alarmante; pues cuando medimos las capacidades de los niños mediante la misma “regla de medir” ocurre lo mismo y más aún, cuando tras medir, etiquetamos corremos el riesgo de dejar una huella en la vida de un ser humano imborrable.

Los niños cumplen con las expectativas de los adultos que los rodean. Si se espera que lo hagan bien, lo hacen, ellos notan cuando creen en ellos, cuando tienes una visión positiva de tu hijo. Si no se espera que lo hagan bien, no lo hacen. Las etiquetas son poderosas. ¿Entonces cómo podemos asegurarnos de usarlos apropiadamente? Esto nos puede dar una pista!

Es mejor no hablar de estos temas delante del niño a otros niños u otros padres. Es demasiado fácil entablar una conversación con otro adulto y no darse cuenta de que los otros niños en la habitación están escuchando. Ellos escuchan todo y entienden mucho más de lo que nos damos cuenta, por esto es mejor ser discretos y precavidos, además de respetar siempre su privacidad, y tratar estos temas siempre con cariño y discreción, con personas de confianza y personal cualificado, buscando siempre soluciones y evitando la crítica por que sí.

Comenta sobre el comportamiento, no el niño. Esta es una diferencia crucial. De la misma manera que cuando un adulto tiene ansiedad, ésta no define a la persona, la persona no es su ansiedad, es mucho más que eso. El niño no son sus pataletas o desobediencia. Tan sólo puntos de crecimiento en los que hay que trabajar mediante un adecuado entrenamiento emocional; cada uno tiene puntos de crecimientos diferentes, de igual modo cada persona es única y especial.

Usa etiquetas cuando sea necesario para una intervención educativa o médica puntual, pero no como una manera de definir al niño en la vida cotidiana. Respeta su privacidad al solo hablar a las personas cuando sea necesario y dependiendo de la edad del pequeño y las circunstancias puedes dejar que tu hijo tome la iniciativa sobre cómo y cuándo informar a las personas sobre sus puntos de crecimiento.

Nunca uses las etiquetas como una herramienta motivacional o de comportamiento. “Si das ese examen bien serás el más inteligente de tu clase”, “mirar ese programa solo te hace tonto” Estas frases limitan lo que tu hijo puede llegar a ser, haciendo que el niño casi siempre vaya en la otra dirección, y persigue el comportamiento negativo en lugar de abandonarlo.

Anima a tus hijos a explorar todo tipo de actividades. Ningún niño debe ser limitado en sus oportunidades solo porque no se ajusta a nuestras ideas de cuáles son sus fortalezas o debilidades. Todos tenemos una manera especial y única de contribuir al mundo y es importante que le animes a descubrir la suya.

Reduciendo esta costumbre de poner etiquetas estas fomentando su autoestima, tu hijo es una persona maravillosa que está en constante desarrollo y cambio. Eres tú quien estará ahí para ser su guía durante sus primeros años cuando está descubriendo quien es, lo único que necesita es tu amor incondicional y firmeza a partes iguales. Tu hijo es un ser ilimitado con sus virtudes y fortalezas, enséñalo a creer en él y enfocarse en todo lo maravilloso que puede aportar al mundo y no en lo que debe mejorar de su persona. Recuerda que donde pones tu atención pones tu acción.

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