Ocupación vs Preocupación

Con frecuencia nos preocupamos mucho más de lo que creemos. Y la preocupación llega a convertirse en un hábito.

Cuántas veces nos habremos preocupado a lo largo de la vida de nuestros hijos y muchas veces sin conseguir nada positivo con ello, sin poder cambiar aquello por lo que realmente estamos preocupados y convirtiendo muchas veces el tema en cuestión en la peor de nuestras pesadillas. Esto suele suceder porque consideramos la preocupación como algo positivo ya que creemos que es una muestra de nuestra responsabilidad y una forma de evitar futuros conflictos o peligros. De esta forma al preocuparnos llegamos a sentirnos bien y rechazamos el hecho de no hacerlo.

Pero tenemos que partir del hecho de que cualquier preocupación que nos creemos nos conducirá irremediablemente al miedo y las decisiones que tomemos entonces, no nos conducirán a nada bueno, ni real ni positivo.

Así mismo, tratamos en la mayoría de las ocasiones en adivinar que será aquello que acontecerá, nos creemos capaces de cuestionar el presente en base a una idea que proyectamos en el futuro de nuestros propios hijos y de la que en realidad no podemos tener certeza alguna. Muchas veces preocuparse llega a ser una pérdida de tiempo.

Desde esta perspectiva, al final la preocupación no nos puede aportar absolutamente nada ni a nosotros como padres ni a nuestros propios hijos pues todos acabamos por padecer las consecuencias negativas de la preocupación, a veces físicas, como falta de sueño, trastornos en la alimentación, como también psicológicas, ansiedad, tristeza, rabia, etc. ¿Quién no ha sentido alguna vez alguno de estos síntomas cuando nos hemos metido de cabeza en alguna historia creada a partir de nuestra propia creencia de cómo será? Nuestra vocecita mental nos persigue sin hora a diestro y siniestro, es incansable. Y desgraciadamente le hacemos caso demasiadas veces… De esta forma, cuando nos relacionamos con nuestros hijos desde el miedo lo hacemos desde la propia emoción dando lugar a enfrentamientos, rabietas, conflicto, falta de límites, la manifestación de un pulso constante que se manifiesta en un desgaste emocional importante.

La preocupación nos lanza directos al futuro así como condiciona efectivamente nuestro presente. ¿Pero qué pasaría si en vez de preocuparnos nos ocupáramos de la situación presente, que es la real? ¿Qué pasaría si como padres respondiésemos desde el amor y facilitásemos las herramientas adecuadas para superar juntos el problema?

Tomar conciencia de qué es lo que realmente ocurre, buscar soluciones concretas, efectivas, coherentes, actuar y acompañar desde el cariño, la motivación y el respeto.

¡Como nos dice Mª José Patino, pasar a la acción marca la diferencia! Vale la pena el intento.

banner escuela padres