¿Te has preguntado por qué algunos padres se muestran más pacientes frente a una mala conducta de sus hijos, mientras que otros padres gritan y se desesperan?
¿Por qué algunos padres se preocupan, dudan o se frustran mientras otros se relajan y disfrutan más a sus hijos?.Haciendo de la educación de sus hijos una tarea agradable de la que disfrutar, mientras tú estás todo el día con la sensación “de no llegar a nada y estar corriendo todo le día?”
Dejando de lado como se dé la situación, porque el estrés y un día pesado nos pone más irritables ante ciertas actitudes, el siguiente artículo está enfocado en que descubras de donde provienen nuestras reacciones, inseguridades, temores y pensamientos.
Nuestras creencias son ideas y pensamientos que consideramos verdaderos y determinan la manera en la que interpretamos y actuamos frente a una situación. Es por eso que mientras un padre responde a las groserías de su hijo de manera asertiva y es paciente para entender por qué el niño está tan enfadado, otro se altera y asume que ese comportamiento es peligroso y debe suprimirlo, enfadándose y poniendo aún peor la situación.
Muchas de nuestras creencias pasan desapercibidas para nosotros, permanecen inconscientes, pero fueron adquiridas desde la primera infancia, por ejemplo:
Si nuestros padres reaccionaban con dureza cuando nos enfadábamos, aprendimos que eso era una situación grave, y es por eso que ahora sentimos que debemos atacar o huir cuando nuestro hijo se enfada.
Si nos trataron con respeto cuando éramos pequeños, podemos convertirnos en esos adultos que creen que los demás no los respetan, lo que nos llevaría a reaccionar con ira a la menor muestra de falta de respeto, incluso si viene de un niño de tres años.
Si como niños sentimos que no éramos lo suficientemente buenos, probablemente nos pondremos estándares muy altos y tenderemos a autocriticarnos y a hacer más de lo que se nos pide porque sentimos la necesidad de hacerlo para que nos quieran , aunque no seamos conscientes de esto.
El perfeccionismo siempre es un obstáculo para el amor incondicional que nuestros hijos necesitan y ellos sienten cuando no los aceptamos como son.
Si fuimos excluidos socialmente, podemos sentirnos irritados cuando nuestro hijo tenga problemas para socializar, lo cual hace más difícil ayudarlo de manera constructiva, en cierto modo no tenemos instalado en el disco duro cómo gestionar de manera equilibrada estas situaciones.
Por supuesto no todas las personas tienen la misma reacción frente a estas situaciones, pero todos tenemos alguna creencia que nos obstaculiza el presente, puede ser “ no valgo” , “ no me lo merezco” o “ no soy suficiente “, por ello es muy importante trabajar constantemente en nosotros. A pesar de lo amorosos y comprensivos fueron nuestros padres, en muchas circunstancias podemos sacar conclusiones de nuestras experiencias de la infancia que nos limitan. Es probable que hayas experimentado algo muy abrumador, muy impactante que en ese momento no pudiste procesarlo en la manera apropiada, este recuerdo se queda almacenado así con todas las emociones que sentiste en ese momento. Es por eso que cuando experimentas algo similar, no en un escenario idéntico, pero sí en la manera en que te hizo sentir, de pronto te inundas de sensaciones que te llevan a reaccionar desproporcionadamente. Esos sentimientos no vienen de esa experiencia actual, sino que fueron almacenados con esa primera experiencia sin procesar, la cual se dispara por la experiencia actual.
Tu mente hace esto por una asociación previa, si tuviste una mala experiencia con una serpiente cuando eras pequeño es más probable que te mantengas a salvo si recuerdas esa experiencia con el mismo miedo que sentiste la primera vez. Por eso es que hay situaciones en las que experimentar un nivel moderado del trastorno de estrés postraumático es útil para sobrevivir.
Sin embargo, esto no funciona así si se trató de una experiencia que te hizo sentir humillado por parte de un familiar o persona cercana. En este caso, ese recuerdo podría ponerte a temblar cuando tengas que hablar frente a muchas personas en una reunión y se convierte en un problema cuando la primera experiencia te hizo sentir asustado porque tus padres te gritaron o golpearon. Si esos recuerdos se quedaron sin procesar, entonces cuando tu hijo te grita o te pega, se disparan todos esos sentimientos de miedo y de castigo que sentiste cuando eras pequeño, no puedes pensar bien, te paralizas o atacas verbal o físicamente.
La mayoría de nosotros tenemos emociones sin procesar desde la infancia, es decir, estamos guardando de manera inconsciente esos sentimientos y recuerdos en nuestro “equipaje” emocional, el cual detonará a lo largo de nuestra vida y nos mandará directo a nuestro inconsciente. Esto significa que diremos o haremos cosas que no haríamos si estuviéramos completamente conscientes y alerta.
Es por ello que te invito a reflexionar profundamente sobre cuales son las creencias que mueven tus conductas como padre, dales la importancia que merecen para aprender a manejarlas y estar preparado a ser un modelo de amor y respeto para tu hijo. Una práctica interesante puede ser escribir todas las creencias que tengas sobre la vida, tí mismo y la educación de tu hijo , así podrás darle forma a tu pensamiento, en cierto modo lo que no se escribe no existe, el pensamiento es muy numeroso – una media de 60.000 pensamientos al día – y muy anárquico, por lo cual llegar una agenda de pensamientos te ayudará a conocerte mejor , a saber por qué reaccionas de determinadas maneras y por último te ayudará a entender mejor las reacciones de tu hijo y desde esa empatía y amor lograrás que la educación de tu pequeño sea algo que disfrutéis juntos, ayudándole a sacar todo su potencial como ser humano.
Método Emotraining