Mi Hijo Se Porta Mal, Me Enfado Y Se Porta Peor. ¿Qué Hago?

Situaciones que vivimos los padres

Hace poco sufrí una de las peores rabietas de la historia. Fue un punto de inflexión.

He de decir que hace tiempo decidí dejar de gritar a mi hijo. Pero la costumbre se instala y es difícil dejarla de lado.

Era un día entre semana. Llegué cansada de currar, un día duro. Estábamos en un punto en el que las discusiones eran constantes, a todo contestaba que no y todo le venía mal. No me acuerdo exactamente qué le dije, supongo que algo de rutina, que se duchara, supongo. Estaba con el ordenador, para variar. Le increpé varias veces para que hiciera lo que fuera. QUE SÍ, QUE AHORA, QUE TE CALLES YA. Y yo venga periquillo al torno mientras hacía mis quehaceres marujiles. QUE TE HE DICHO QUE AHORA.

Y así una hora. Entonces ya al límite de mis posibilidades zen, le dije que por favor dejara ya el ordenador y se duchara que era tarde. Forcejeamos verbalmente otro rato más, y cuando se lo reiteré empezaron los gritos, los golpes y los insultos. Yo también empecé a gritar cual desquiciada y pasamos a las amenazas. ¿QUIERES QUE ROMPA EL ORDENADOR? ¿EH? ¿LO ROMPO?

Y entonces me paralicé. No supe qué hacer. Tenía miedo. ¿Y si lo rompe? ¿Con lo que vale? Aydiohmío. ¿En serio? En aquel momento reviví otras situaciones violentas que había sufrido. Y seguía paralizada. Y como no hice nada, el nene cogió el ordenador, lo estampó contra el suelo y lo reventó, lógicamente.

Pues te has quedado sin ordenador, sentencié. Y el zasca no le cayó muy bien.

Ya estaba en trance satánico. Se puso a dar vueltas como una hiena enjaulada, insultándome con todo lo peor que sabía (que es un montón, incluso en otros idiomas). Iba y venía dando golpes, gritando y vomitando rabia. Volvió y me amenazó con romper la consola. Yo ya me había rendido. Me puse a fregar los platos con esa especie de parálisis emocional que me había dado. Estaba cansada y frustrada. Me retiré del enfrentamiento porque el nivel de violencia era supremo.

El parraque (que es un termino español que quieres decir..el enfado..) le duró como dos horas.

Estuvo dando puñetazos en la pared y voleando todo lo voleable del cuarto. Rompió todos los corazones que me había hecho desde la guardería y que yo lucía orgullosa en la pared de nuestro cuarto. Rompió los dibujos que me había dedicado durante varios años.

El ordenador estaba roto, la consola posiblemente, todos esos recuerdos en la basura. Los vecinos seguramente estarían flipando y sería la comidilla de la comunidad.

Pero lo que realmente sentí es que había perdido a mi hijo. Que el camino por el que iba nuestra relación era un camino de cabras muy escabroso. Y que yo no tenía fuerzas ya para transitar por esos caminos.

Ese día fue uno de los peores de mi vida. Perdí mi identidad de madre. Perdí la esperanza, estaba muy muy cansada, agobiada, sin apoyo y sin nadie a quien recurrir. No entendía nada.

Pero ese día fue el principio de todo, la casilla de salida, el camino sigue siendo de cabras, pero llevo calzado de trekking. 😉

Cápsula Emotraining Junior (Herramienta práctica que te ayudará a tratar esta situación de manera efectiva.)

¿Cuando una emoción desencadena en Agresividad?

Todos en algún momento, sentimos agresividad. Lo que nos diferencia es el modo en que cada uno canalizamos las emociones que nos llevan a este estado emocional. Para aprender a encauzarlo necesitamos saber qué es un comportamiento agresivo, ver que situaciones familiares causan la agresividad infantil y tener pautas para enseñar al niño a controlar la agresividad.

Para enseñar a tu hijo a controlar la furia, es fundamental hablar con el acerca de la agresividad y seguir estos efectivos + afectivos 5 pasos:

  1. Explícale qué emoción está sintiendo (ira).
  2. Explícale que no hay emociones buenas ni malas.
  3. Pídele que te explique cuando ha sentido furia en los últimos días…
  4. Limita la conducta, no la emoción que está sintiendo.
  5. Acompáñale a encontrar otra conducta que le haga sentir bien.

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