¿Es bueno dejar llorar a los niños?

Qué hacer cuando tu hijo llora

¿Te ha pasado alguna vez que ves llorar a tu hijo y eso te parte el corazón? Intentas pedirle que se calme, pero llora con más fuerza, quieres que deje de hacerlo y te termina enfadando el que continúe…

Comúnmente asociamos las lágrimas con una pena enorme, o que no están conformes con algo, por lo tanto, eso es malo. ¿Y lo es?

Bueno la verdad es que el llanto es una forma que tiene tu hijo/a de comunicar que algo le molesta, de hecho, es una forma saludable de expresar que se siente angustiado. Y como tal, no debemos parar ese momento con distracciones o sacándolo de la emoción, debe vivirla y pasarla, nosotros podemos permanecer junto al niño acompañándolo en este momento, y haciéndole sentir que estamos a su lado.

Pero, ¿Por qué siente angustia un niño? ¿Qué le puede hacer sentir mal?

Es difícil pensar que un niño que no tiene deberes pesados como ir al trabajo o hacer las compras del súper o pagar las temibles facturas, pueda sentir angustia alguna. Lo cierto es que en cada etapa de la vida se presentan retos acordes a la edad, algunos de ellos representan un cambio significativo que puede asustarnos. ¿Recuerdas la primera vez que fuiste al colegio? O ¿la primera vez que tuviste que exponer un tema en la universidad? Seguramente te sentiste angustiado en ese momento, pero como eras mayor aprendiste a expresar este sentimiento de otra manera.

En el caso de los niños aún se encuentran en una etapa de desarrollo de habilidades necesarias para mostrar sus emociones, por ello encuentran el llanto como una forma de liberar esa energía. Por lo tanto cuando expresen su preocupación no debemos restarle valor ni importancia, si no hablar de ello y animarle a que se expresen abiertamente, así además de pasar por este trance de una manera más amorosa y sentirse más comprendidos aprenderán que pueden recurrir a sus padres para cualquier cuestión que les preocupe, ese será uno de sus “lugares seguros”, con un apego seguro, donde no hace falta que estén siempre bien ni sonrientes.

Un niño puede llorar cuando siente que su capacidad para lograr lo que quiere se agota y terminan sintiendo que tiene una necesidad o deseo insatisfecho.

Pongamos una situación para explicarlo mejor, tu pequeño/a está construyendo la pista de carreras que tanto quería, pero lleva tres intentos, y nada, no logra juntar las piezas para terminar las vías, han pasado 20 minutos y aún no puede jugar con la pista de coches como había planeado; entonces comienza a enfadarse, su carita se pone roja termina dejando las piezas en el suelo y las lágrimas caen por su rostro. Tú como su padre/madre probablemente piensas “terminaré de arreglar la pista para que pueda jugar contento” pero con eso tu niño/a pensará que sus problemas tienen una solución simple, tú; y si esto se generaliza puede dejar de esforzarse para lograr sus metas. Esto no significa que no debas ayudar, en absoluto, de lo contrario ahí tienes una oportunidad de enseñarle una lección valiosa, que es reconocer cuál es la emoción de ese momento y qué hacer con ella. Los padres no tenemos la responsabilidad de hacer felices a nuestros hijos, de hecho nadie debería tenerla, si no a enseñarle a serlo; con este tipo de situaciones ocurre lo mismo, los padres no debemos “solucionar los problemas” de nuestros hijos, si no darles una base adecuada para que puedan lograrlo por ellos mismos.

Analicémoslo de esta manera:

Tu hijo/a se siente frustrado por no conseguir jugar con la pista, identificamos el deseo.
Pero no lo logra porque no comprende las instrucciones, encontramos que capacidad tu niño/a siente que se le agotó.

Déjame sugerirte esto, como súper papá o súper mamá que eres, intenta ponerte a su altura e intervenir para hacerle sentir a tu hijo que te preocupas por lo que está sintiendo, explicarle que lo que ocurre es normal, sentirse angustiado cuando las cosas no salen como uno las quiere, y aunque se sienta así puede encontrar una solución. Ya sea revisando las instrucciones paso por paso o pedir que le explique alguien mayor. Refuerza su entusiasmo por continuar e involúcrate en el problema que tiene poniéndote a construir la pista con él/ella. De esta forma tu hijo/a comprenderá que el sentimiento de angustia que hace que llore no es malo, y confiar en sus capacidades lo ayudará a encontrar una solución; además de tomar como retos las dificultades que vaya encontrando en su camino.

Recuerda que utilizar frases como: “los niños no lloran”, “solo los bebés lloran”, “si sigues llorando me voy a molestar” pueden hacer que tu hijo empiece a guardar este sentimiento de angustia que terminará siendo expresado de otra manera que posiblemente no sea muy saludable; o bien puede entender que “siempre debe estar bien”, cosa imposible para cualquier ser humano. Por lo que cuando esté llorando algo positivo sería, una vez se desahogue animarle a hablar del tema, por qué se siente así e intentar buscar una solución juntos. Pero nunca cortar y obviar el sentimiento sin dejar que se exprese.

No olvides que tu pequeño aprende con tu ejemplo ¿Qué sueles hacer cuando te sientes angustiado? Revisa si encuentras algún paralelismo entre tu conducta ante situaciones de estrés y la de tu hijo. Y recuerda, los pequeños nos observan y copian mediante el modelado, hacen lo que hacemos, no lo que les decimos que deben hacer.

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