La tristeza es una de las emociones básicas, que más queremos controlar, rechazar y mantener alejada. Es fácil concluir, que cuanto menos la sienta mejor, y por ello, le diré a mi hijo que deje de llorar, o incluso me lo aplicare a mi mismo. Es ahí donde comienza “el rechazo a la tristeza”.
Nuestros niños necesitan saber que todas sus emociones son buenas; aunque, en según qué momentos, a nosotros nos sea más o menos agradable oír su llanto, grito o carcajada. Todos nos sentimos tristes, a veces. La tristeza puede ser profunda, leve o intermedia.
Dependerá de la situación que esté ocasionándola y la manera en la que puedes manejarla. La tristeza es una emoción natural del ser humano. Como otras emociones, la tristeza viene y se va. A veces dura solo un momento, otras un poco más. Cuando la tristeza se va, llega el buen ánimo ,y lo importante será:
Como se gestiona ese momento donde la siento.
Cuales son las conductas que acompañan el sentir de la tristeza.
Y si esas conductas me dañan a mi o a los que tengo a mi alrededor.
Debemos ayudar a que el niño pueda identificar la tristeza, este aprendizaje será de vital importancia para su propio autoconocimiento y su posterior gestión emocional.
Además de acompañarlo con amor y respeto a que sienta la tristeza, es importante que pueda entender que lo ha originado, y vea que tiene todo el derecho del mundo a sentirla, además de nuestra aprobación – validación.
De esta manera le estaremos enseñando que sus emociones son importantes, que no debe rechazarlas y de que sienta lo que sienta estamos a su lado para apoyarlo.
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